Cosas que uno no debería hacer en una primera cita (con ella)

Muy bien, nadie te tenía fe pero conseguiste esa primera cita con esa chica que tanto te gusta. Tenés miedo de que las cosas salgan mal, y es un miedo justificado: por lo general las cosas te salen mal, así que ¿por qué sería ésta la excepción? ¿Eh, nabo, por qué? En un servicio a la comunidad, repasaremos algunos MUST NOT de la noche:

Leer poesía. Por más que te guste mucho, hay chances de que a ella no. Y aunque le gustara, es probable que también le pareciese un poco rara la situación. También podría pasarte algo desagradable, como que te emociones con lo que estás leyendo y termines llorando, con lo cual existiría una remota chance de que ella se sensibilizara pero una gran chance de que tu hombría quedase por el piso. El hombre moderno puede permitirse un buen llanto, pero NUNCA en la primera cita.

Imitar caricaturas. Sí, todos sabemos que la voz de Don Gato te sale fenomenal, que tu baile a lo Johnny Bravo es idéntico, que nadie hace al Pato Donald como vos. Por mucho que quieras impresionarla, conviene dejar estos recursos para una cuarta o quinceava cita, donde haya más confianza y esté todo más o menos cocinado.

Gritar un gol. De hecho, sería preferible que durante la cita no estés escuchando el partido con una radio oculta, ni pispeando su transcurso en una tv de la locación. Pero si no podés evitarlo, tratá de moderar tus reacciones. Ella podría pensar que no estás muy interesado en lo que tiene para contar.

Demostraciones atléticas. La tentación es grande: ahora me arremango la remera, saco bíceps y le pido que lo toque. Sí, puede resultar, pero no, no conviene. En primer lugar, seamos sinceros: no hay mucho que mostrar. Y aunque lo hubiera, seguramente ella apreciaría que en una primera instancia intentes conquistarla por medios más intelectuales.

Chistes de Corona. Ni lo pienses. Y mucho menos aquél del tipo que tiene todo el pito cortado y un amigo le pregunta “¿pero qué te pasó”, “¿viste el tipo del circo que traga sables, come vidrio, fuego, etc? Bueno, ése es puto”. De muy mal gusto, y en especial si están cenando. Los chistes de Verdaguer, en cambio, sirven para amenizar la cena, siempre y cuando sean intercalados en un marco casual.

La cuenta. Por más que parezca abultada, es preferible no quejarse. Si la queja es inevitable, tratemos de no llorar. Si el llanto sobreviene, evitemos echarle la culpa a ella y a sus consumos. Pensá que, aunque hayan atravesado la cena, la cita no está aún terminada.

Monopolizar la charla. No acapares la conversación, no gesticules de más, demostrá una genuina preocupación por tu cita. El gesto de llevar el dedo índice a los labios de la dama, en señal de silencio, es romántico sólo en el cine. En medio de una conversación, mientras ella te cuenta un trauma de su infancia, puede quedar descortés.

Casa ajena. Bien, llegaste a su departamento. Casi que estás ahí, pero aún a tiempo de arruinar todo. Aunque ella diga “sentite como en casa”, no te quites los zapatos ni te flatules ni te pongas a freír patitas de pollo. Tampoco te tires panza arriba en el sillón y enciendas la tele. De hecho, harías bien en pasar por alto la invitación a sentirte como en casa, y más bien recordar que estás en casa ajena, y que el objetivo aún no está cumplido.

Acepta una derrota. Este consejo no necesariamente tendrás que seguirlo, ya que a esta altura, si hiciste las cosas bien, podés estar entre sus sábanas. Pero en caso de que no sea así, una batalla no es la guerra, y que ella haya rechazado la invitación a generar más intimidad en la primera cita, no es razón suficiente para insultarla, montar un escándalo, gritarle al mundo cómo perdiste tu tiempo y en qué podrías haberlo empleado mejor y retirarte indignado. El que bien pierde mejor acaba. Una buena estrategia para no claudicar del todo es robarte algún objeto valioso del hogar, y después llamarla para decirle que accidentalmente apareció en tu campera, y que no tendrías problemas en devolverlo. Así conseguirás una segunda cita, a fuerza de engaños, pero cita al fin.

¿No fue tan difícil, no? ¡Enhorabuena! ¿Cómo? No, no sé por qué te felicité, si aún no pusiste nada de esto en práctica. Supongo que por haber terminado de leer. ¿Qué? No, no te estoy subestimando. Claro que confiaba en que llegarías hasta el final. No, nunca dije ni quise decir eso. Sólo digo que… no sé… esto de que busques consejos para las citas indica no sos una persona muy… no, nada, no dije nada. Bueno, muchos éxitos, hasta la próxima.

~ por nacho en junio 11, 2012.

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